'No nos escucharon': Se contagia de COVID-19 un inmigrante detenido por ICE que realizó una huelga de hambre en favor de más protecciones contra la pandemia
Juan José Erazo Herrera fue fotografiado un poco antes de cumplir 19 años en la custodia de ICE en marzo de 2019. (Cortesía de Juan José Erazo Herrera)
A principios de enero, Juan José Erazo Herrera comenzó a toser sangre y se le hizo muy difícil respirar. El migrante con 20 años de edad llegó a territorio estadounidense buscando asilo pero ahora se encontraba en la custodia de las autoridades migratorias en una cárcel al norte de Sacramento.
El pasado 7 de enero dio positivo a una prueba de COVID-19, unos días después de que comenzara a experimentar síntomas.
El resultado positivo se sintió como un aguijón para Erazo Herrera. Varias veces le exigió a los oficiales del Servicio de control de inmigración y aduanas (o ICE por sus siglas en inglés) y los de la cárcel del Condado de Yuba que hicieran más para prevenir un brote de coronavirus en la prisión. El año pasado, realizó una huelga de hambre en rechazo de lo que él consideraba condiciones inseguras.
“No nos escucharon”, dijo Erazo Herrera. “Y en verdad no es justo. No es nuestra culpa que nos enfermemos cuando no podemos protegernos”, agregó.
El coronavirus se ha propagado rápidamente dentro de la cárcel del Condado de Yuba y alrededor de la mitad de todos los reclusos han sido contagiados. Desde el mes pasado, más de 120 reos del condado y 9 de ICE han dado positivo en pruebas de COVID-19.
Erazo Herrera cuenta cómo los guardias lo aislaron en una pequeña celda de concreto sin ventanas por 12 días. Cuando llegó a la celda, se acuerda de cómo el espacio estaba en pésimas condiciones, el inodoro estaba muy sucio, moho cubría las paredes y la cama estaba llena de los pelos de otras personas.
“No voy a mentirte, cuando vi la celda por primera vez, empecé a llorar”, dijo Erazo Herrera, quien proviene de El Salvador. “Intenté quejarme. Me dio tanta tristeza ver qué tan sucio estaba todo”.
Los guardias le dijeron que esta era la única celda disponible para hacer cuarentena. Menciona que les pidió productos de limpieza y terminó por limpiar todo a pesar de que tenía un intenso dolor de cabeza y le faltaba el aire.
A lo largo de la pandemia, un juez federal en San Francisco ha monitoreado las condiciones en la cárcel, la cual está localizada en la ciudad de Marysville. El pasado 23 de diciembre fue cuando el magistrado ordenó a ICE que tomará acción para proteger a los detenidos, incluyendo que la dependencia realizará pruebas de COVID-19 al menos una vez a la semana y que se asegurará que las celdas estén limpias y desinfectadas.
Vince Chhabria, juez federal de distrito, se involucró luego de que un grupo de inmigrantes detenidos en la cárcel del Condado de Yuba presentó una demanda en contra de ICE para que esta agencia comenzará a liberar a inmigrantes bajo su custodia con el propósito de reducir el número de detenidos y por ende facilitar el distanciamiento social.
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Pero la orden de limpiar las celdas no está siendo cumplida en la cárcel del Condado de Yuba, afirma Kelly Wells, una abogada del equipo migratorio de la Oficina del defensor público de San Francisco, y la representante de Erazo Herrera.
“Hemos escuchado varias veces de cada uno de los detenidos que cada vez que los mueven de celda, les toca celdas muy sucias que no han sido limpiadas, mucho menos desinfectadas”, dijo Wells.
Una vocera de la Oficina del alguacil del Condado de Yuba, que supervisa la cárcel, remitió todas las preguntas a ICE. Por su parte, la agencia migratoria se rehusó a proveer una respuesta sobre las condiciones de la cuarentena de Erazo Herrera.
“El Servicio de control de inmigración y aduanas no puede dar un comentario a causa del litigio pendiente”, expresó Jonathan Moor, vocero de ICE, a través de un comunicado. “Sin embargo, la falta de un comentario no significa que la agencia esté de acuerdo con cualquiera de las acusaciones y tampoco está notando una estipulación”.
Los centros de detención de ICE deben asegurarse que el aislamiento médico sea “distinto de manera operacional” de cualquier otro tipo de alojamiento disciplinario, según las pautas de gestión de emergencias de la agencia. Por ejemplo, estos planteles deben de proveer a los detenidos acceso a la televisión, libros y otros tipos de recreación cuanto más se pueda mientras estos cumplen con su cuarentena.
Sin embargo, ya varios inmigrantes detenidos por ICE, incluyendo algunos que se encuentran como reclusos en prisiones privadas y cárceles al nivel del condado, reportan que la agencia migratoria está usando el confinamiento solitario como una manera para realizar las cuarentenas del COVID-19. Erazo Herrera dijo que su cuarentena de 12 días se sintió como un castigo y que su salud mental empeoró.
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Tuvo que permanecer en su celda 22 horas cada día, completamente solo. Por varios días, no había nada que hacer para poder pasar el tiempo, hasta que la cárcel permitió que recibiera los libros que sus amigos le mandaban desde afuera de la prisión.
“Esa celda no es para un ser humano, está hecha para mantener a un animal salvaje encerrado. No hay televisión, no hay nada”, contó Erazo Herrera. “Empiezas a sentirte tan deprimido que hasta consideras suicidarte. Te preguntas qué has hecho para merecer este trato que recibes”.
El muchacho finalmente fue liberado del aislamiento médico la semana pasada y dice que ya no siente los síntomas severos del COVID-19.
Desde abril del año pasado, la población de los reclusos de ICE en la cárcel del condado de Yuba ha disminuido de 144 personas a 16. El juez Chhabria ordenó que la agencia liberara a más de 50 inmigrantes del penal.
Algunos fueron transferidos a otras prisiones, otros fueron deportados o liberados de la custodia de ICE. Las autoridades migratorias pueden liberar a un individuo luego de identificar los riesgos que podrían representar contra la seguridad pública o de posiblemente fugarse.
La abogada Wells afirma que las condiciones dentro del penal del Condado de Yuba son tan miserables que algunos inmigrantes detenidos se han rendido y han aceptado ser deportados, luego de tan sólo un mes de estar en custodia. Pero Erazo Herrera ha aguantado tres años en esa cárcel mientras espera que las cortes decidan el futuro de su solicitud de asilo.
“Juan José no ha aceptado ser deportado porque él se encuentra en una situación bastante crítica”, dijo Wells. “Aparte del abuso que sufrió en las manos de su madre, también fue golpeado varias veces por pandilleros y fue amenazado de muerte”, explicó la abogada.
A los 16 años, Erazo Herrera huyó de El Salvador y cruzó solo la frontera sur de Estados Unidos. Los funcionarios de la Oficina de reasentamiento de refugiados (ORR), la dependencia encargada con el cuidado de los jóvenes migrantes no acompañados, se hicieron cargo de él y luego lo mandaron a Nueva York para que viviera con su hermano mayor, informa Wells.
En Nueva York, Erazo Herrera se vio involucrado en un robo y fue sentenciado a cumplir una condena en una prisión de menores. Cuando cumplió los 18 años, ICE lo arrestó y lo mandó al penal en el Condado de Yuba.
Para Erazo Herrera, el robo fue un error y sigue sintiendo mucho remordimiento por sus acciones.
“Ya pagué por eso. No he tenido mi libertad desde que tenía 16 años”, dijo él. “Yo sólo quiero tener la oportunidad de enseñarles que soy alguien distinto, que he aprendido mucho desde que fui encerrado aquí. No soy el mismo chico que era en ese entonces”, declaró.
Un juez de la corte superior del Condado de Yuba recientemente concedió a Erazo Herrera un estatus especial de joven inmigrante, el cual está reservado para inmigrantes indocumentados con menos de 21 años que fueron abusados por un padre y que regresar a su país natal podría perjudicarlos.
Este estatus no es suficiente para que sea liberado de la custodia de ICE, señala Wells, pero podría abrir el camino a que aplique para la residencia. Aún así, eso podría tardar años.
Erazo Herrera espera que cuando finalmente salga del centro de detención tenga la oportunidad de ir a la escuela, trabajar y un día formar una organización que apoye a los jóvenes inmigrantes indocumentados.
“Quiero ayudar a otros chicos que hayan pasado por lo mismo que yo”, dijo él.