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Los hablantes del mam que están apoyando a cientos de alumnos indígenas en Oakland superar el aprendizaje a distancia

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María Aguilar, una intérprete para la población que habla Mam en las escuelas de Oakland, trabaja desde su casa en Oakland el 11 de noviembre de 2020. (Beth LaBerge/KQED)

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Así no era cómo Yosgar Godínez quería comenzar el 6o grado.

Habían pasado meses desde que comenzó el año escolar, y Godínez, de 11 años, aún no había hecho nuevas amistades. No había formado una conexión con ninguno de sus maestros y muchas veces se le hacía difícil entrar a sus clases por Internet, las cuales ya detestaba.

De todas maneras, no estaba aprendiendo.

Francisca, madre de Yosgar, se dio cuenta de esto y se comenzó a preocupar ya que su hijo se estaba retrasando cada día en su educación en la escuela primaria Urban Promise, ubicada en el distrito de Fruitvale.

La trabajadora social de la escuela, Emily Rodgers también tenía las mismas preocupaciones y se reunió con madre e hijo a través de Zoom. Pero pese a que Rodgers quería lo mejor para Yosgar, ella no hablaba la misma lengua que la familia. Los Godínez hablan mam, un idioma maya con alrededor de medio millón de hablantes, gran parte de ellos son provenientes de Guatemala.

Tanto Rodgers como la familia Godínez habla un poco de español pero tan sólo lo suficiente para manejar una conversación básica.

Fue en ese entonces cuando se involucró María Aguilar, la intérprete de mam para el distrito escolar.

Actualmente, los programas de apoyo que ofrece el distrito escolar unificado de Oakland a los estudiantes mayas hablantes del mam y otros estudiantes recién llegados a Estados Unidos son algunos de los más desarrollados en el país. Entre ellos se incluyen un bachillerato alternativo diseñado para inmigrantes recién llegados, consejería especializada y otros recursos educativos.

Pero la pandemia pone en peligro estos avances. A lo largo del sistema educativo de Oakland, muchos hablantes del mam han tenido que enfrentar los retos del aprendizaje a distancia sin poder contar con lo necesario para realizar su educación, como computadoras, acceso al Internet, experiencia tecnológica o espacios designados para aprender desde casa.

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Dos barreras: la del aprendizaje a distancia y la del idioma

Hasta hace poco, Aguilar era la única intérprete de mam de tiempo completo en todo el sistema educativo de Oakland, mientras que Yosgar era tan sólo uno de los mil 300 estudiantes que hablan la lengua.

Este ciclo escolar, su agenda está repleta de videoconferencias y llamadas telefónicas. Puede ser que en un momento ella esté ayudando a un padre a activar su correo electrónico y otro esté ayudando a una familia a completar su aplicación para solicitar beneficios de desempleo.

Fue en una de esas llamadas por Zoom a principios de año escolar que habló con Yosgar y Francisca sobre la experiencia educativa del niño.

Para romper el hielo, Rodgers le preguntó a Francisca que compartiera algo que le gusta hacer a su hijo, y luego le pidió a Aguilar que tradujera la pregunta. Sin embargo, antes de que pudieran responder la pregunta, los Godínez desaparecieron de la pantalla.

“¡Ay, no! ¿Los perdimos?” dijo Rodgers.

Lograron conectarse de nuevo pero la conexión de Internet falló cinco veces más dentro de los siguientes 10 minutos. El grupo decidió que era mejor reemplazar a Zoom con una llamada telefónica.

Para Yosgar, esta situación tan sólo era el obstáculo más reciente para poder seguir con sus clases desde que inició el aprendizaje a distancia. Su mamá no tiene ninguna experiencia con las computadoras y Yosgar tuvo varias dificultades para usar el módem de Internet y la computadora que le prestó su escuela ya que el joven nunca había usado una computadora en su casa. Finalmente pudo conectarse con la ayuda de su hermano luego de haber faltado por dos semanas.

Estos problemas no son infrecuentes. Cifras del distrito demuestran que las escuelas no están conectando con los estudiantes hablantes mam a los mismos niveles que otros estudiantes durante el aprendizaje a distancia.

Se reporta que los alumnos que hablan mam están en clase el 85% del tiempo mientras que los niveles para los estudiantes hispanoparlantes y angloparlantes es 92% y 93%, respectivamente.

A principios del ciclo escolar, funcionarios del distrito le pidieron ayuda a Aguilar para grabar un tutorial virtual en mam, el cual le explica a familias cómo instalar el módem de wi-fi. Este vídeo ya ha sido reproducido alrededor de 160 veces pero Aguilar sabe que esta cifra es tan sólo una fracción del número de quienes necesitan ayuda.

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Como muchas de las familias hablantes de mam que apoya, Aguilar creció sin computadoras o Internet. Algunas familias tampoco tuvieron acceso a electricidad o pudieron aprender cómo leer o escribir, el resultado de siglos de racismo dirigido en contra de la comunidad indígena y una guerra civil en Guatemala que duró décadas, la cual devastó a las poblaciones mayas.

Aguilar ahora tiene la responsabilidad de proveer desde cero alfabetización digital para tantas familias. Pasa muchas horas explicando, por teléfono o videoconferencia, a familias cómo navegar el Internet o usar el correo electrónico por primera vez.

“No es fácil trabajar con padres que no pueden leer”, dijo Aguilar. “Algunas veces siento que se me quiebra la cabeza”.

A la misma vez, a causa de la pandemia, el personal escolar la busca con más frecuencia para poder contactar a un padre.

“Si pudiéramos clonarla, trabajaría con ella las 24 horas del día”, dijo Rodgers.

“En especial durante este periodo de aprendizaje a distancia, colaborar con las familias va a ser la única manera que podremos lograr. Pero eso es muy difícil si no tenemos una manera para comunicarnos”, agregó.

Por lo regular, Aguilar trabaja con más de 40 escuelas, afirma su jefe, Nate Dunstan, quien dirige el programa del distrito para alumnos refugiados y recién llegados al país. Incluso cuando los padres hablan un poco de español, es difícil ganar su confianza a través de una llamada, y por eso el personal acude a Aguilar.

“Entonces María comienza a hablar con ellos y de repente todo cambia y la situación se hace más fluida y familiar y obviamente mucho más cómoda”, dijo Dunstan.

‘¡Tú puedes hacerlo, hermano! ¡Tú puedes!’

El aprendizaje a distancia también ha complicado, tanto para maestros como estudiantes hablantes de mam, el proceso para superar la barrera del idioma. Los maestros no pueden depender de guías visuales o de la ayuda de otros alumnos para traducir o explicar algo, como lo podían hacer dentro del aula.

Ha crecido tanto la necesidad de comunicarse con la comunidad maya hablante del mam que el distrito finalmente contrató un intérprete de tiempo completo el pasado mes de octubre. A la misma vez, algunas escuelas han tenido que ingeniárselas para poder conectar con estudiantes y familias.

Henry Sales, quien ahora trabaja para el distrito escolar unificado de Oakland, enseña una clase del idioma mam en la univerisdad comunitaria de Laney en Oakland en abril de 2019. (Farida Jhabvala Romero/KQED)

En la primaria East Oakland Pride, Ingrid O’Brien Avery, la especialista que apoya a estudiantes recién llegados, formó un programa de intérpretes comunitarios, el cual invita a padres que hablan el mam y español o inglés para asistir en la comunicación con otros padres y alumnos.

Mientras que los maestros del bachillerato Castlemont han desarrollado un programa que entrena a algunos estudiantes hablantes del mam que ya dominan el inglés y el español para que puedan apoyar a sus compañeros durante las lecciones por Zoom.

Y el verano pasado, el bachillerato Rudsdale Newcomer contrató a un conocido integrante de la comunidad mam en el Área de la Bahía, Henry Sales, quien por años ha abogado por los derechos y necesidades de su comunidad y como un intérprete experimentado, creó una clase de mam en la universidad comunitaria de Laney, la cual se ha vuelto muy popular.

Sales dice que desde que llegó a Rudsdale, se ha corrido la voz entre los estudiantes mayas que hablan el mam. “Le han dicho a sus amigos en otras escuelas, ”¡Hey! Aquí tenemos a un tipo, ¡que habla mam!’ Los amigos hasta preguntan, ‘¿Puedo inscribirme en tu escuela?’ Y pues yo sólo digo, ‘¡Ay Dios mío!’ Es un sueño hecho realidad”.

Se acuerda con mucho orgullo de una conversación que tuvo con un alumno. “Él me dijo, ‘¡No puedo creer que eres trilingüe, hermano! Y ahora trabajas aquí Yo quiero ser así’.

Sales le respondió, “¡Tú puedes hacerlo, hermano! ¡Tú puedes!”

Este año, Sales formó una clase de idioma, historia y cultura para los estudiantes hablantes del mam en el bachillerato de Oakland. Su meta es desarrollar clases similares a lo largo del distrito, además de impulsar a los estudiantes que sigan conectados con su cultura a través de ceremonias, danzas, jardinería y otras tradiciones.

“Espero que un día podamos asistir a la escuela con nuestras ropas tradicionales”, dijo Sales. Pero por ahora, señaló, “la gente se puede burlar de nosotros”.

Lo que le importa más a Sales es detener el racismo en contra de la comunidad indígena, el cual ha seguido sigilosamente a los estudiantes desde su país natal hasta este, y amenaza con borrar su lengua y cultura.

Ese es un verdadero riesgo que corre Yosgar Godínez. Después de cuatro años en EE.UU., siente que ya se le está olvidando el mam. Y al pasar menos tiempo en clases, también se le está yendo el inglés.

Por ahora, él se siente más cómodo cuando habla español. Cuando tiene que usar el inglés para presentar en su clase, entra en pánico. Siente pena porque se preocupa que dirá algo incorrecto.

“Me da tanto miedo”, dijo Yosgar. “Siento que mi corazón va salir brincando de mi pecho y me duelen mis ojos”.

No pudo mencionar estos miedos durante su junta con María Aguilar, pero Yosgar pudo ver cómo Aguilar se manejaba con facilidad entre tres idiomas, algo que lo dejó asombrado.

“Ella habla mam, inglés y español”, dijo el joven. “¡Me gusta eso!”

Explicó con mucho orgullo cómo tradujo para su madre durante el proceso de la familia para solicitar el asilo, y recalca que importante fue su ayuda.

“Mi mamá me agradeció”, dijo. “¡Estaba tan feliz que la ayudé!”

Este artículo fue traducido por el periodista, Carlos Cabrera-Lomelí.

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