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Bukele transformó la política de El Salvador, ¿cómo ha influido esto en la diáspora salvadoreña?

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Manifestantes contra la reelección del presidente salvadoreño Nayib Bukele en San Francisco el día de su toma de posesión el 1 de junio de 2024. (Gina Castro/KQED)

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Sentada en una mesa dentro de su pupusería en San Francisco, Aminta Calderón recuerda cómo fue votar por internet en las recientes elecciones para la presidencia de El Salvador. Ella votó por el actual presidente Nayib Bukele.

“Mi hija me ayudó a votar desde mi teléfono móvil”, dijo Calderón. Añadió que sacó su tarjeta de identificación emitida por el gobierno salvadoreño, e “ingresé en la página web y así de fácil”.

Poder votar por Bukele desde el extranjero era algo que la entusiasmaba.

Calderón es una de los 322 mil salvadoreños que viven en el extranjero. En las elecciones presidenciales que se realizaron el pasado 4 de febrero, la mayoría de este grupo votó por Bukele. La controvertida, pero popular política de mano dura contra la delincuencia de Bukele, resultó en que el mandatario recibiera un promedio del 96.5% de los votos en línea y presenciales de saladoreños radicados en el extranjero.

Los salvadoreños son la segunda población latina más numerosa de San Francisco y ante la preocupación por el aumento de la delincuencia en toda la ciudad, también en la diáspora salvadoreña se ha vuelto más popular votar por un candidato que promueva una mano dura contra delincuencia. La popularidad de Bukele, sin embargo, también ha impulsado a grupos progresistas a movilizarse contra la influencia del presidente salvadoreño en San Francisco.

Aminta Calderón posa para una foto en el interior de la pupusería de su familia en el Distrito de la Misión, en San Francisco, el 3 de junio de 2024. Calderón votó en línea por el presidente salvadoreño Nayib Bukele en las elecciones del 4 de febrero. (Gina Castro/KQED)

Calderón, de 73 años, apoya firmemente un sistema de ley y el orden. Relata el peligro que vivió en El Salvador, tanto por la guerra civil como por la creciente violencia de las pandillas. Decidió huir de su país en 1995 tras ser tiroteada por unos hombres que intentaban robar mercancías de su negocio de transporte. Vendió lo poco que tenía y emigró a San Francisco, donde ha emprendido varios negocios de comida en el Área de la Bahía.

Su trabajo le permitía enviar remesas a su familia en El Salvador para que pudieran cubrir sus necesidades básicas. También se mantuvo informada sobre la violencia en su país natal y creyó que las cosas nunca cambiarían, hasta que Bukele asumió la presidencia en 2019.

“Eliminó todas esas masacres metiendo a muchos pandilleros en la cárcel”, dijo Calderón.

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La influencia de Bukele en los votantes latinos de EE.UU.

Dos semanas después de que Bukele fuera reelegido, visitó a los Estados Unidos. El 22 de febrero dio un discurso en la Conferencia anual de Acción Política Conservadora (o CPAC por sus siglas en inglés), en Maryland. Cuando subió al escenario, la multitud lo recibió con gran entusiasmo. Algunos ondeaban banderas salvadoreñas, mientras otros coreaban su nombre.

En su discurso, instó a los asistentes a “luchar” contra quienes no se alinean con los valores de Bukele y sus seguidores. También criticó a los funcionarios de las principales ciudades estadounidenses por aceptar la delincuencia y promover el consumo de drogas ilícitas.

Morena Ramírez (derecha) y su marido observan el 45º desfile anual del Carnaval de San Francisco, en San Francisco, el 26 de mayo de 2024. La gorra de Ramírez lleva el logotipo del recién creado partido del presidente salvadoreño Nayib Bukele, Nuevas Ideas, y una camiseta con la cara del presidente. Votó a Bukele en las elecciones del 4 de febrero y tiene previsto regresar a El Salvador el año que viene. (Daniel Eduardo Hernández/KQED)

“¿Cuántos jóvenes hemos perdido en las calles de Filadelfia o San Francisco a causa del fentanilo?”, preguntó Bukele. “Lo mismo ocurría en El Salvador. En menos de una década, las pandillas tomaron el control del país y de nuestra sociedad”.

Bukele dijo que su administración detuvo a los pandilleros, expulsó a jueces corruptos y destituyó a fiscales corruptos para reformar El Salvador.

La tasa de homicidios de El Salvador alcanzó su punto máximo en 2015, llegando a 102 muertes por cada 100 mil habitantes, según datos del gobierno salvadoreño. La tasa de homicidios disminuyó lentamente, y en 2019, el año en que Bukele asumió la presidencia, la tasa se situó en 36 por cada 100 mil. En sus cinco años de mandato, la tasa cayó a 2.4 por 100 mil, convirtiendo al pequeño país en uno de los más seguros de América Latina.

Muchos salvadoreños observaron el primer mandato de Bukele desde lejos, aplaudiendo al presidente por sus logros. Calderón es uno de ellos.

“Esperemos que esta paz que tenemos ahora perdure”, dijo Calderón. “Porque si [Bukele] deja de gobernar, y llega otro corrupto como antes, dejarán libre a los delincuentes de la cárcel, y la cosa va empeorar”.

Pero las medidas enérgicas contra la violencia por parte de Bukele ha preocupado a las organizacione de derechos humanos. El presidente salvadoreño ordenó un “régimen de excepción” en marzo de 2022, una medida que suspendió cuatro derechos básicos de la Constitución de El Salvador, entre ellos el derecho a la defensa en caso de detención, la libertad de reunión, la privacidad en las comunicaciones digitales sin interceptación policial, y un plazo de detención antes del juicio.

Bukele dijo que era una medida necesaria para luchar contra la delincuencia violenta. En esos dos años, mientras la tasa de homicidios caía precipitadamente, la de los encarcelamientos aumentaba y ahora es una de las más elevadas del mundo.

“Si la policía se creó para imponer la ley y el orden, que imponga la ley y el orden”, dijo Bukele en su discurso en la CPAC. “Si el sistema judicial se creó para hacer justicia, que hagan justicia”

Cambio en la justicia penal de San Francisco

San Francisco ha sido criticada por alejarse lentamente de lo que se ha considerado una política de justicia penal progresista desde que los votantes destituyeron al entonces fiscal del distrito, Chesa Boudin, hace casi dos años.

La alcaldesa London Breed nombró a Brooke Jenkins como la nueva fiscal de San Francisco en 2022. Jenkins prometió dar prioridad a la seguridad en la ciudad. Fue reelegida ese mismo año.

Manifestantes contra la reelección del presidente salvadoreño Nayib Bukele en San Francisco el día de su toma de posesión el 1 de junio de 2024. (Gina Castro/KQED)

“Sería fácil interpretar algunas de mis expresiones como un regreso a las políticas de mano dura contra la delincuencia o una estrategia que se centra exclusivamente en el encarcelamiento”, dijo Jenkins en su discurso de investidura. “Para algunos, la rendición de cuentas puede tener que ser la cárcel”.

Los fiscales lograron condenas en el 42% de los casos durante el primer año completo de Jenkins en el cargo, un aumento con respecto a la tasa de condenas del 36% del año anterior.

Jenkins también anunció un grupo de trabajo sobre opioides a finales de 2023 junto con Breed y el gobernador Gavin Newsom. Esto forma parte de una ofensiva general contra la venta de drogas en San Francisco. Mientras que en El Salvador, Bukele ha emprendido su propia campaña contra el narcotráfico.

Calderón dijo que la venta de fentanilo está destruyendo comunidades en los EE.UU., incluida San Francisco.

“Aquí hay mucha delincuencia, y si no hay mano dura”, dijo, “la delincuencia, en lugar de disminuir, aumenta”.

El grupo de trabajo sobre opioides, que pretende estar implementado a finales de este año, trataría las muertes por sobredosis en San Francisco atribuibles directmente a un traficante de drogas. Esta es una medida que los fiscales de otros condados de California están adoptando, como el de Riverside, para combatir el aumento de las muertes por sobredosis y a presuntos traficantes de fentanilo.

El sentir hacia políticas más conservadoras para hacer frente a la delincuencia y el consumo de drogas obtuvo el respaldo de los votantes de San Francisco en marzo, cuando se aprobaron dos iniciativas apoyadas por Breed.

La propuesta “E” permitirá al departamento de policía de la ciudad desplegar más herramientas de vigilancia pública y reducir los requisitos de notificación de los agentes cuando se produzca una situación de uso de fuerza. Mientras que la propuesta “F” exigirá que los beneficiarios de la asistencia social, sospechosos de consumir drogas, se sometan a pruebas y reciban tratamiento.

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Breed también apoya una medida electoral de noviembre para reformar la Proposición 47, la cual actualmente limita el poder de los fiscales para procesar ciertos delitos no violentos.

“Creo que se está produciendo un cambio fundamental en la economía política de San Francisco”, afirmó Roberto Lovato.

Lovato, de 61 años, es autor de Unforgetting, un libro sobre el trauma intergeneracional entre EE.UU. y El Salvador. Él ha documentado los efectos a largo plazo que la violenta historia de El Salvador ha tenido en los inmigrantes.

Lovato compara la política del Área de la Bahía con la estrategia política actual de El Salvador: crear soluciones a corto plazo para promoverlas en las redes sociales y recibir apoyo. Es una estrategia que Lovato cree que ha funcionado con la población salvadoreña en EE.UU. a la hora de votar por Bukele.

“En el caso de los salvadoreños, existe una cultura fascista que influyó en nuestras familias”, dijo Lovato. “Cada vez hay menos alternativas para que la gente pueda evaluar fuera del marco fascista. Así que el recurso de Bukele no debería sorprendernos”.

Salvadoreños estadounidenses en San Francisco

Por varias décadas, El Salvador fue considerado uno de los países más violentos de América Latina. En el siglo XX, el país vivió el aumento de la militarización dentro de su gobierno al mismo tiempo que crecía su exportación de café. El descontento con el gobierno provocó levantamientos que fueron rápidamente sofocados, uno de etos sucedió en 1932, cuando se produjo un suceso llamado “La Matanza”.

Una bandera salvadoreña ondea durante el 45º Carnaval anual de San Francisco celebrado en el Distrito de la Misión en San Francisco el 26 de mayo de 2024. (Daniel Eduardo Hernández/KQED)

Los padres de Roberto Lovato emigraron al Distrito de la Misión en San Francisco durante la década de 1940 para huir de esa violencia.

“Sé que es una de las sociedades en el mundo que ha experimentado el mayor número de dictaturas”, dijo Lovato. “Así que si quieres entender a nuestras familias, son familias que han huido o han sido moldeadas por el fascismo que está profundamente arraigado en el corazón de El Salvador luego de una larga dictadura militar”.

Durante décadas, los salvadoreños vivieron en un estado de militarización . En respuesta a estas condiciones sociopolíticas, creció un movimiento guerrillero de izquierdas llamado Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que prometió derrocar al gobierno, un movimiento que condujo a una guerra civil en 1980 que duró 12 años.

La guerra mató a decenas de miles de personas, incluidas múltiples masacres de civiles, mujeres y niños. Esto impulsó otra oleada migratoria fuera de El Salvador, dijo Lovato.

Cuando vivía en San Francisco, Lovato estaba rodeado de activistas centroamericanos que se oponían al gobierno derechista de El Salvador. Muchos de ellos residían en el Distrito de la Misión y se reunían para planificar cómo proporcionar ayuda a los revolucionarios de toda América Latina.

Lovato dice que él era uno de los salvadoreños que en ese entonces vivían en San Francisco y viajaron a El Salvador para unirse al movimiento guerrillero y luchar en la guerra.

“Hay una larga historia de cultura revolucionaria en la Misión”, afirmó Lovato.

Phil Josselyn, antiguo miembro del Comité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador (CISPES), asiste a una concentración contra la reelección del presidente salvadoreño Nayib Bukele en San Francisco el día de su toma de posesión, el 1 de junio de 2024. (Gina Castro/KQED)

Phil Josselyn, de 76 años, es miembro del Comité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador (o CISPES por sus siglas en inglés). La organización participó en el activismo en San Francisco durante la guerra civil salvadoreña.

Josselyn recuerda cómo ayudó a enviar vehículos con suministros donados a El Salvador y marchó por las calles de San Francisco pidiendo al alcalde que condenara el papel de los EE.UU. en la guerra.

“Hicimos una gran manifestación en el Centro de Suministros Navales de Oakland”, dijo Josselyn. “Había 200 personas bloqueando la entrada, y la policía entró y arrestó a todo el mundo.”.

Tras el fin de la guerra civil salvadoreña en 1992, el FMLN se convirtió en partido político. El partido conservador que gobernó durante la guerra civil, llamado Alianza Republicana Nacionalista, siguió siendo una fuerza opositora en la política salvadoreña durante los años posteriores a la guerra. En los últimos años, ha surgido un movimiento populista que condujo a la elección de un tercer partido creado y liderado por Bukele, debido a la percepción popular que los dos partidos históricos se habían corrompido demasiado.

CISPES ha continuado con su activismo en el Área de la Bahía después del fin de la guerra. En la actualidad, el grupo se centra en protestar contra las acciones presidenciales de Bukele. También mantienen comunciación con activistas en El Salvador, quienes afirman haber sufrido represalias por criticar el gobierno de Bukele. Otros miembros de CISPES llevan años observando las elecciones salvadoreñas para garantizar un proceso democrático sin problemas.

Leti Morales, integrante de CISPES, observó el proceso electoral en San Francisco en dos centros de votación ubicados en salas de conferencias de hoteles.

“El primer lugar en el que estuve era el hotel más grande. Creo que el recuento final fue de unos 2 mil 500 votantes”, dijo Morales. “En la segunda ubicación, eran como 1 mil 300 personas”.

Cómo votan los salvadoreños del Área de la Bahía

Según Marcela García-Castañón, profesora de ciencias políticas en la Universidad Estatal de San Francisco, los latinos de Área de la Bahía se han desenvuelto en la política de forma muy diferente a como lo han hecho en otras partes de California. Lleva casi una década estudiando los sentimientos políticos de las diferentes comunidades latinas en la región.

Aminta Calderón, 73 años, izquierda, entrega una olla grande a su compañera de trabajo en la pupusería de su familia en el Distrito de la Misión en San Francisco el 3 de junio de 2024. (Gina Castro/KQED)

“Una de las preguntas que hacemos, por ejemplo, es “¿Cuáles son los temas más importantes para su comunidad? Y en el Área de la Bahía, vemos que la gente se comunica de una manera muy concreta”, dijo García-Castañón. “Usan términos como la brutalidad policial o Black Lives Matter. Dan nombre a los movimientos y utilizan el lenguaje relevante”.

Su encuesta más reciente se realizó en el 2022. Señaló que aquellos que habían sido víctimas de la delincuencia o la violencia a mano armada buscaban que el sistema de justicia penal responda más a la realidad que ellos experimentan.

Pero, agrega la investigadora, esto no signica que esta comunidad ve el encarcelamiento como la única solución. La más reciente encuesta de García-Castañón incluyó un gran porcentaje de jóvenes, muchos de los cuales procedían de familias inmigrantes. Y según los resultados, muchos de los encuestados no se sienten representados por el gobierno.

Otras encuestas recientes han demostrado que los latinos que durante mucho tiempo han sido votantes de izquierda, ahora se han pasado a la derecha. Lovato cree que existe una mayoría silenciosa de ideología izquierdista, especialmente entre los salvadoreños más jóvenes.

“Creo que factores como la presión social, el dominio de los medios de comunicación y sus efectos en la sociedad tienen un efecto silenciador”, dijo Lovato. “¿Realmente quieres hablar claro cuando parece que todo el mundo, en línea y fuera de línea, está a favor de Bukele?”.

Por su parte, Aminta Calderón, propietaria de una pupusería en el Distrito de la Misión, dijo que ella votaría a favor de alguien en San Francisco cuya política reflejara la gestión de Bukele.

“Este país es muy tolerante, y muchos se aprovechan de ello”, dijo Calderón. “Si no hubiera tanta tolerancia aquí, no habrían más delincuentes”.


Este artículo fue traducido por la periodista María Peña y esa traducción fue editada por el periodista Carlos Cabrera-Lomelí.

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