upper waypoint

Con la ayuda de las tandas, los pequeños ahorros se transforman en una línea de ayuda durante la pandemia

Save ArticleSave Article
Failed to save article

Please try again

Una tarro de barro que en el pasado se usó para guardar dinero en efectivo durante una tanda. Hoy en día, las aplicaciones móviles han reemplazado a los tarros, pero la estructura de una tanda sigue siendo la misma. (Beth LaBerge/KQED)

Read in English

A gran velocidad, Litnis saca camisas y pantalones de una caja y comienza a doblarlos. Va de un lado a otro en su nueva tienda ubicada en el distrito de la Misión en San Francisco, inspeccionando cada detalle. Su plan es abrir a finales del 2020 para comenzar el nuevo año vendiendo ropa, zapatos y otros accesorios.

“Esta es una gran bendición. Tener la oportunidad de comenzar de nuevo, pese a todo lo que ha pasado”, dijo Litnis. La identificamos usando sólo su nombre a causa de su estatus migratorio.

El verano pasado, un incendio estalló dentro del restaurante que estaba a lado de su local original en la calle Misión. Aunque su tienda no se vio afectada por el suceso, su arrendatario de todos modos le pidió que desalojara el local, señalando los daños en toda la propiedad. Sin embargo, la pandemia complicó el proceso para encontrar un nuevo sitio para su tienda.

“Con todas las restricciones y tantas personas sin trabajo, ya habíamos perdido mucho comercio. Cuando perdí la tienda, fue como un golpe que me quitó el aire”, dijo ella.

Con poco capital disponible, pero con una determinación para abrir su tienda de nuevo, Litnos decidió que la mejor opción era esperar. Faltaba poco tiempo para que fuera su turno para colectar la tanda.

Por más de cinco años, Litnis ha participado en tandas. Supo de ellas cuando vivía en su país natal de Honduras. Aquí en los Estados Unidos, su familia se reúne virtualmente cada mes y juntos deciden una cantidad para contribuir a la tanda. Cada mes, le toca recibir la tanda a una diferente persona.

“Puedo ahorrar de esta manera poquito a poquito cuando no tengo esa cantidad en ese momento”, explicó Litnis. “Ya que me toca recibir la tanda, yo sigo pagando lo que me toca cada mes hasta que a todos les haya tocado”, dijo.

Cuando le tocó la tanda, decidió usar los fondos para cubrir parte de los gastos de abrir su nueva tienda en la calle Folsom, tan solo unas cuantas cuadras de la tienda original.

“Hay tantos gastos cada mes y yo sólo puedo ahorrar un poquito. Pero no hubiera podido comenzar de nuevo desde cero, sin la tanda”, dijo Litnis.

Algunos las llaman tandas, pero otros conocen esta costumbre como cundinas, colectas o juntas. Las tandas no sólo se forman en Latinoamérica o en la comunidad latina en EE.UU., sino también entre las múltiples otras diásporas que han llegado al país, especialmente entre inmigrantes que no pueden acceder a líneas de crédito formales.

En EE.UU., las tandas también se han formalizado, a través de grupos conocidos como “lending circles” (o círculos de crédito en español), los cuales se han hecho herramientas indispensables durante la crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19.

“Hemos visto que muchos clientes usan los círculos de crédito como una manera para ahorrar durante la pandemia”, dijo Binh Ngo, gerente de comunicaciones de Mission Asset Fund (MAF). Ubicada en la Misión, MAF organiza sus propios círculos de crédito.

La tienda original de Litnis en la calle Misión en San Francisco el 22 de diciembre de 2020. Ahora tiene la oportunidad de reabrir su negocio. ‘Esta es una gran bendición. Tener la oportunidad de comenzar de nuevo pese todo lo que ha pasado’, dice. (Beth LaBerge/KQED)

El privilegio de ahorrar

Las restricciones de salud y la reducción en los gastos del consumidor han afectado de manera desproporcionada a los pequeños negocios y personas con escasos ingresos. El factor clave ha sido la capacidad de ahorro de esta población.

Pese a que el índice nacional de ahorros personales creció de manera sustancial en el 2020 (alcanzó el 13.6% en octubre, el doble en comparación con octubre de 2019), no todos están ahorrando igualmente.

Mientras que los hogares con más altos ingresos reducen sus gastos, los que tienen menos recursos están usando más de sus ahorros personales mientras la pandemia continúa.

Las órdenes de quedarse en casa restringen las operaciones de comercios considerados de alto riesgo, como restaurantes y gimnasios pero también limitan las oportunidades laborales para trabajadores de bajos ingresos. Por otro lado, los empleados de oficina con mayores salarios han podido trabajar desde casa y a la misma vez recortar gastos de transporte y comer afuera.

El 25% de los hogares que ganan más en los Estados Unidos redujeron sus gastos en octubre de 2020 por un 9.2%, comparado al mismo periodo del año anterior, esto según datos de Opportunity Insights, un instituto de investigaciones de Harvard.

Sin embargo, el 25% de los trabajadores que ganan menos no han tenido la oportunidad de reducir sus gastos. Este grupo no pudo aumentar sus ahorros el octubre pasado comparado a octubre de 2019. La diferencia fue del 0%.

En California, tanto la geografía como la clase social contribuyen a esta inequidad. Las cifras de Opportunity Insights revelan que en diciembre, el índice de ahorros en San Francisco, una ciudad con ingreso medio de $112,376 subió por un 10.4%. Pero en condados con un ingreso medio más bajo, como el de Kern ($51,579), la gente gastó más, por un promedio de 4.7%.

Cuando las personas que ganan más gastan menos, los pequeños negocios y sus empleados son los más afectados. Opportunity Insights comparó las pérdidas de pequeños comercios en la ciudad de Nueva York con la tasa de desempleo de trabajadores de bajos ingresos en esa ciudad de enero a abril de 2020 y encontró que existe una correlación positiva entre estos dos factores.

Una caída en el consumo de los hogares más privilegiados junto con las órdenes de quedarse en casa conforman una doble carga para los trabajadores que ya enfrentaban suficientes dificultades para mantenerse a flote desde antes del COVID-19.

“Casi todo lo que ganaba antes de la pandemia lo tenía que gastar para pagar la renta y la comida. Lo mismo le ha pasado a la gente que está en mi tanda”, dijo Litnis. “Lo poco que ahora nos queda, pues que valga la pena”, recalcó.

El inicio de un nuevo año conlleva más gastos. El índice de desempleo para múltiples grupos demográficos aún no baja y por eso muchas personas como Litnis están enlistando a sus amistades y familiares para cubrir los costos del alquiler, facturas médicas u otros gastos necesarios usando tandas o círculos de crédito.

Si nunca has hecho una tanda, hemos buscado las mejores maneras para comenzar, teniendo en cuenta los posibles riesgos e impedimentos.

Sponsored

La tienda original de Litnis en la calle Misión en San Francisco el 22 de diciembre de 2020. Incluso antes de perder su tienda original, Litnis registró una caída en las ganacias de su negocio. Como ella, muchos dueños de pequeños negocios tuvieron que limitar sus operaciones debido a las órdenes estatales de quedarse en casa. (Beth LaBerge/KQED)

Al organizar una tanda, hay que tener en cuenta los riesgos

Para Hugo Meza, fiscal adjunto del Condado de Santa Clara, asegurarse que quienes participan en una tanda no caigan en una estafa lleva una doble importancia. No solo es parte de su trabajo sino también algo que lleva cerca de su corazón.

Cuando era niño, su madre formaba parte de tandas junto con los otros empleados que trabajaban en un taller de impresiones en el sur de la Bahía.

“Era una buena manera para que mi mamá fuera ahorrando dinero. Para que aprendiera cómo ahorrar dinero. Y era genial cuando le tocaba a ella recibir el monto y también era una buena manera para que ella estableciera amistades con sus compañeros de trabajo”, dijo Meza.

Algunos de los casos que él ahora investiga involucran tandas que han salido mal: cuando una de las personas que organizan la tanda huyen y se llevan el dinero de todos o cuando uno de los miembros de la tanda se niegan pagar su parte de la tanda.

“No hay ninguna parte en el código penal de California que prohíba a las personas que organicen o participen en una tanda. Sin embargo, si la tanda no cumple con el plan original o si alguien no cumple con el compromiso que hicieron al inicio, esas acciones, conectadas con la tanda, podrían ser ilegales”, explicó Meza.

Agrega que esto no es un incidente que ocurre con frecuencia, pero también aclara que siempre existen posibles riesgos cuando se intercambia dinero entre un grupo.

“Un elemento importante de participar en una tanda es entender que siempre existe el riesgo de ser estafado, el riesgo de que alguien abuse de la confianza de los otros integrantes”, dijo Meza.

Historias Relacionadas

Existen maneras para mitigar los riesgos que acompañan las tandas, afirma Meza, técnicas que cualquier persona puede aplicar, sin importar si es su primera o decima vez haciendo una tanda.

El primer paso es asegurarse que conozca bien a todos los integrantes de la tanda. Si un familiar o amigo la está organizando, aún tome el tiempo para revisar bien la lista de los miembros.

“El grupo debe de ser exclusivo y con personas que conoces”, dijo Meza. Esto puede incluir a colegas de su trabajo pero, señala Meza, es mejor evitar a compañeros que nunca ha conocido en persona o que trabajan en otra parte del país.

También le puede pedir a todos los integrantes que compartan su información de contacto, por ejemplo su dirección de domicilio, correo electrónico o un contacto de emergencia. Otra opción es preguntarle a todos por qué quieren ser parte de la tanda, lo que también podría ayudar a fortalecer los vínculos del grupo.

Hay que mantener la lista de integrantes corta, sugiere Meza. Y la contribución requerida de cada persona no debe de ser una cantidad mayor. Aunque un número más alto resulta en una tanda más grande, el riesgo también será más alto.

“Pero si la cantidad es menor, de $50 o $100, el riesgo será menor”, dijo Meza.

El aspecto informal de las tandas puede ser atractivo para algunos, pero Meza sugiere que aún así es buena idea formalizar un poco el proceso y crear un documento que claramente explica quién está participando en la tanda y cuáles son las responsabilidades de cada uno. Es posible que esta propuesta no le agrade a todos los participantes.

“Puede ser algo incómodo formar un tipo de documento o contrato. Un integrante podría pensar, ‘Bueno, si tengo que presentar mi nombre y firmar papeles, entregar información o una copia de mi cedula, mejor me voy al banco’, dijo Meza.

Pero este documento no tiene que ser algo muy complejo. Cada tanda es distinta, algunas dan los montos cada semana y otras cada quincena o mes. Y por eso aclarar por escrito los detalles de cómo se realizará el proceso puede resolver posibles dudas.

Esto incluye las reglas fundamentales, afirma Meza: “¿Cuánto dinero estará circulando en la tanda? ¿Con qué frecuencia y cómo se va colectar y distribuir el dinero? ¿Qué pasará si alguien no paga la cantidad que le corresponde o si alguien no tiene la capacidad para pagar ese mes?”

Si alguien no cumple con las reglas y se rehúsa a pagar, o huye con la tanda, lo mejor que uno puede hacer es contactar a la policía. Es importante recordar que al haber accedido a participar en una una tanda no quiere decir que también aceptó ser víctima de una posible estafa.

Ya que comience una investigación y dependiendo de los detalles del caso, la procuraduría podría considerar presentar cargos por desfalco de fondos particulares contra el sospechoso.

Meza recalca que cualquier persona afectada puede reportar este tipo de incidente, sin importar su estatus migratorio.

La ley estatal ‘California Values Act’ del 2017 prohíbe que los departamentos de policía compartan información sobre el estatus migratorio de una víctima con dependencias federales como el Servicio de control de inmigración y aduanas (o ICE por sus siglas en inglés).

“Por al menos aquí en San José, a nosotros quienes hacemos cumplir la ley no nos importa su estatus migratorio. Una víctima es una víctima sin importar de dónde vienen. Esa información para nada es relevante y no la compartimos con ninguna dependencia federal”, dijo Meza.

Mission Asset Fund (MAF) en la calle Misión en San Francisco el 22 de diciembre de 2020. MAF organiza círculos de crédito, una versión más formal de una tanda, que puede ayudar a los participantes a mejorar su puntaje de crédito. (Beth LaBerge)

Los círculos de crédito, una opción más formal

Para algunos, la informalidad de una tanda puede ser algo ideal pero quizás otros busquen una alternativa con más estructura y a la misma vez sin tener que ir a un banco. Por esa misma razón, organizaciones sin fines de lucro por toda el Área de la Bahía, como Mission Asset Fund, ofrecen círculos de crédito.

Los integrantes de un círculo de crédito no tienen que conocerse antes de integrarse al grupo, ya que MAF se hace cargo de formar el círculo y colectar los pagos por vía electrónica cada mes. Luego de haber colectado los pagos, MAF le da el monto a la persona asignada para ese mes. De esta manera, MAF sigue el modelo de una tanda pero se interpone como un intermediario.

“Formalizamos esta práctica cultural para que cada vez que alguien haga un pago mensual, reportamos ese pago cumplido a las tres grandes agencias [de crédito] de Estados Unidos. Hacemos esto sin cobrar interés. Es una manera muy simple para que la gente establezca y mejore su récord de crédito y también ahorre”, explicó Ngo de MAF.

Para formar parte de un círculo de crédito de MAF, tendrá que llenar una solicitud electrónica, después completar un taller por Internet y firmar un contrato de pago. MAF luego lo invitará a un grupo y junto con los otros miembros decidirá cuánto quiere contribuir cada mes.

Cabe mencionar que al participar en un círculo de crédito, se puede decir que uno está prestando dinero de MAF, no de los otros miembros del círculo. Por eso es que la organización puede reportar el historial de pagos a las agencias de crédito.

Pese a que es un poco más complejo entrar a un círculo de crédito que una tanda informal, el proceso es todavía más sencillo que solicitar un préstamo bancario, en especial para quienes no cuentan con un número de seguro social o cuenta de banco.

“No es necesario tener un historial crediticio para ser parte de nuestro programa. No tienes que tener un número de seguro social”, dijo Ngo.

Agrega que no es requerido vivir en San Francisco para participar en un círculo de crédito. Existen decenas de organizaciones similares a MAF a lo largo del país que forman parte de una red llamada ‘Lending Circles Network’. El sitio web de la red incluye una lista de organizaciones que organizan círculos de crédito por todo el país, separados por código postal. Todos los códigos postales dentro del Área de la Bahía califican para los servicios de MAF.

Es posible que si aplica ahora para integrarse a un círculo de crédito, no le toque inmediatamente recibir el monto que le corresponde. Pero Ngo afirma que formar parte de un círculo tiene beneficios de largo plazo, como mejorar su puntaje de crédito, lo cual facilita el proceso para solicitar una hipoteca o un préstamo para un automóvil

“Yo recomendaría a los participantes que piensen profundamente sobre cuáles son sus metas financieras y qué es lo que esperan lograr al integrarse a un círculo de préstamos”, dijo Ngo.

Sponsored

lower waypoint
next waypoint